Karen Abudinen
Eskaala Barranquilla Karen Abudinen

El liderazgo retador, una identidad

Soy Karen Abudinen, una mujer de en la costa colombiana, una región donde la alegría, la cultura y el hogar son parte fundamental de nuestro día a día; yo nací en una familia donde los valores se aprenden para ponerlos en práctica, para hacerlos realidad y así apoyar a todas las personas. Tuve la bendición de tener un abuelo cuya convicción era servir, de él aprendí que uno debe compartir lo que tiene, incluyendo la felicidad, porque es la mejor manera de ser parte activa de la sociedad y de generar contextos más saludables a nuestro alrededor.

Cuando estaba en el colegio, me destacaba por varias razones y entre ellas estaba que era una mediadora. Me encantaba solucionar problemas, para mí era la mejor manera de contribuir a mis compañeros. Siempre estaba buscando actividades para participar y me apasionaba liderar proyectos en la institución, especialmente los que proporcionaban bienestar a las personas de los barrios que apoyábamos. Gracias a esa forma de ser yo siempre encontraba gente que deseaba sumarse a mis causas, cada quien dentro de sus posibilidades.

Al elegir mi carrera universitaria, decidí que quería estudiar derecho porque de esa manera podría ayudar a quienes menos tienen y proporcionar oportunidades a los más necesitados, a través de la construcción de un mundo más justo. Me gustaba tanto participar de las actividades académicas en la universidad que escribía en el periódico del claustro, para que más personas se sumaran a los retos de liderazgo con los que podíamos ayudar a muchos. También puse en marcha una fundación llamada Activo: su premisa era que lo que adelantábamos, lo hacíamos “con vocación y con actitud para servir” y nuestro enfoque era el cuidado del medio ambiente; nos sosteníamos económicamente vendiendo “patillazo” (sandía congelada con limón y azúcar) en el parque Venezuela de Barranquilla. “Éramos estudiantes decididos a trabajar por el bien común y lo hicimos con todo el compromiso y la seriedad que se requería”.

Después me fui a Washington a hacer mi maestría y descubrí que las oportunidades están en cualquier parte, que los sueños a veces surgen de repente: se activan cuando encuentras oportunidades que ni siquiera imaginaste. Así llegué al BID, por una conversación casual en un ascensor. Allí estuve 10 años trabajando en temas como modernización del estado y fortalecimiento institucional, pero un día decidí regresar a mi ciudad natal, mi amada Barranquilla. Fue un reto que surgió desde mi corazón. A mi llegada fui contactada por diferentes entidades para trabajar con ellas, pero mi intuición y mi deseo de servir me llevaron a aceptar la propuesta de la fundación nu3, organización donde innové en modelos de trabajo en gestión social.

En nu3 tuve la oportunidad de proporcionarles a miles de niños más posibilidades de alimentación integral: lo más importante era el proceso de atención completa: ir más allá de la comida. Niños y niñas también requiere de cariño, alegría, buen trato y productos de calidad. Por eso, involucré a las mamás en un proceso llamado “La casita nu3” en donde se dispusieron nuevos espacios dedicados a la adecuada alimentación de los niños y a la educación de sus madres para ser multiplicadoras de pautas de nutrición. Esto fue tan exitoso que atrajo la atención de grandes entidades públicas y privadas que rápidamente nos integraron a sus planes de acción. También fue posible llevar ayudas humanitarias, incluso fuera de Colombia, cuando ocurrían desastres que requerían apoyo inmediato.

He trabajado en diferentes causas con la convicción clara de que las alianzas entre empresa y estado son una manera de fortalecer a las comunidades y de transformar la vida de muchos ciudadanos. Después de nu3, en mi paso por la Secretaría de Gestión Social de la Alcaldía de Barranquilla, durante el gobierno de Elsa Noguera de la Espriella, lideré doce procesos cruciales del Distrito: desde los temas de primera infancia, hasta el trabajo con jóvenes, mujeres, habitantes de calle y adultos mayores, para que su calidad de vida fuera lo mejor posible. En mi trabajo con la primera infancia realicé una gran transformación de los jardines infantiles, a tal nivel que, de la mano de la Alcaldía, recibimos un reconocimiento del gobierno nacional, debido a la atención integral de los niños y niñas de la ciudad. Estos logros me permitieron llegar a la Dirección de Primera Infancia del ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar).

Con la llegada de Alejandro Char a la Alcaldía de Barranquilla, estuve en la Secretaría de Educación Distrital. Allí, el factor humano y la enseñanza a través de nuevas formas y dinámicas integrativas, entre rectores, maestros y estudiantes, marcaron un hito muy importante en la región. En esta entidad realicé un trabajo interdisciplinario para que la educación barranquillera obtuviera estándares de calidad internacional. De hecho, en ese momento, los jóvenes de la ciudad obtuvieron una de las mayores participaciones porcentuales en el total nacional de los cupos para el programa “Ser pilo paga”.

En la presidencia de Juan Manuel Santos me ofrecieron ser la Directora General del ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar) y allí me entregué completamente a luchar por los niños y niñas de toda Colombia: esos niños que sufren maltrato, que deben trabajar, que no tienen la vida que corresponde a su edad. Logré liderar procesos y proyectos en contra de estos males que aquejan a las niñas y niños del país. De ahí, en la presidencia de Iván Duque, quien además conocía mi trabajo porque fuimos compañeros en el BID y estudiamos juntos, me pidió trabajar como consejera Presidencial para las Regiones. Al frente de este nuevo reto me dediqué a acercar al primer mandatario a las personas de todos los territorios, inclusive de los más alejados del centro, esos a los que denominamos la Colombia profunda. Así, diseñé y ejecuté la metodología de los talleres Construyendo País: en esta estrategia el presidente de la República se desplazó por todo el territorio nacional y escuchó, al lado de sus ministros, a los habitantes de los diferentes departamentos para resolver las necesidades que expresaban.

Para mí siempre hay un reto nuevo que liderar y, dado que el presidente Duque veía mi capacidad de trabajo, de gestión y de hacer que las cosas se hicieran realidad, se me designó como ministra de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones. Desde allí evidencié la necesidad de formar a los colombianos en los temas relacionados con mi cartera y de democratizar el acceso a internet. También creé el proyecto para formar 100.000 programadores: esta fue una alianza con el sector privado que tuvo un éxito rotundo.

Hoy estoy al frente del trabajo social de la fundación Tecnoglass desde donde creé un proceso lúdico educativo con el que jóvenes barranquilleros hablan sobre sus sueños y, después de un minucioso proceso, elaboran un plan de trabajo para cumplir esa meta de la mano de profesionales que les hacen un acompañamiento interdisciplinario.

Toda mi vida la he dedicado a generar conexiones y oportunidades para quienes más lo necesitan, no solo lo he hecho desde la institucionalidad, también desde lo personal, desde las acciones conciliadoras en el colegio hasta el desarrollo de estrategias, proyectos y programas en las diferentes entidades y organizaciones donde he estado al frente, decidida y enfocada en integrar a los diferentes sectores, sociales, públicos y privados, para hacer posible lo que muchos consideraban imposible.

Desde mi perspectiva, el desarrollo social es un asunto de todos, es una forma de vida, siempre tenemos algo que aportar a la sociedad: desde los más pequeños detalles, como no tirar la basura al piso y ser amables con las demás personas, hasta acciones más grandes, como donar nuestro conocimiento en temas específicos o permitir las conexiones entre actores sociales para generar oportunidades valiosas que pueden transformar vidas.

La vida me dio la oportunidad de crecer en un hogar ejemplar, en donde la familia, los valores y el servicio eran el pan de cada día y, por ello, siento la necesidad de dar a otros, por medio de mi vocación de servicio, para que puedan llegar, con mayor certeza, hasta a donde los anhelos de sus corazones los inviten a escalar.

Mi trayectoria ha sido valiosa en muchos los aspectos, he aprendido de lo sensible, de lo fundamental de la vida, de personas magnánimas y de seres humanos increíbles que desde su condición humilde me han permitido mirar a través de sus ojos y entender que todo es posible si se trabaja con disciplina, si se buscan las oportunidades y se aprovechan, partiendo de lo individual para servir en lo colectivo. Por eso hoy me propongo un nuevo desafío, una nueva oportunidad de servir a las comunidades y a las personas que deseen encontrar opciones que les ayuden a trabajar, por sí mismas, para alcanzar las metas más anheladas. Estoy comprometida con los proyectos de vida de la gente del Caribe colombiano, para contribuir a la autonomía en el crecimiento personal y el desarrollo colectivo en las distintas zonas de la costa.

Algunos de los ejes estructurantes de esta apuesta, fruto de mis experiencias y mi trayectoria son las siguientes:

  • Apoyo con mucho más que dinero: las personas requieren diversos tipos de recursos, los monetarios, si bien son indispensables, no bastan. Se requiere apoyo para el desarrollo de habilidades personales variadas que conduzcan a proyectos de vida sólidos con metas claras.
  • Apoyo que empiece a temprana edad: me resulta claro que mientras más pronto se reciba ayuda para estructurar un proyecto de vida sólido, más probable será que este se lleve a cabo, y que los esfuerzos públicos privados articulados den rentabilidad social.
  • Involucramiento directo de las familias: más que abordar vidas aisladas, conviene abordar a familias enteras, para garantizar entornos protectores comprometidos con planes de vida a largo plazo. El riesgo de hacer esfuerzos fallidos es más alto cuando no hay una red de apoyo familiar.
  • Articulación de diversos actores de la sociedad en diferentes estamentos que sirvan de apoyo a lo público: el sector público no puede lograr por sí mismo las transformaciones sociales que el Caribe demanda: es indispensable que la sociedad civil y el sector privado acompañen, vigilen, opinen, critiquen e interactúen fluidamente con los gobiernos para garantizar que los esfuerzos conjuntos conduzcan a logros completos.
  • Enfoque al territorio: el desarrollo no es igual en el Caribe que en los Andes o en la Amazonía. Cada zona exige diferentes miradas: los imaginarios y necesidades estructurales del Caribe son sustancialmente diferentes al resto de Colombia.
  • Las temáticas con enfoque diferencial son cruciales: estoy convencida del importante rol de todas las personas en el desarrollo y por eso creo que, tanto en las asociaciones para apoyar estas iniciativas como en las poblaciones beneficiadas, el enfoque diferencial debe ser elemento clave de la articulación.
  • Finalmente, encuentro clave una unión social para servirle a cada habitante de Colombia: una unión entre empresa privada, estado y las voluntades de quienes pueden aportar desde diferentes aspectos y así contribuir con alternativas específicas al mejoramiento en la calidad de vida de las comunidades.