Karen Abudinen
Homenaje al maestro barranquillero

Cada semana, cuando me siento a escribir sobre un maestro sobresaliente, me lleno de orgullo al ver las opciones que tengo para escoger en este abanico de excelencia barranquillera. Es difícil elegir, entre tantas historias de emprendimiento y entrega, un solo representante de la hermosa labor que los docentes de la Capital de Vida ejercen a diario.

Hoy, días después de haber disfrutado de una linda fiesta en honor a los profes de Barranquilla, escoger un solo rostro me ha sido aún más complejo. Cada maestro con el que compartí tiene algo grande por ofrecer, cada uno de ellos lleva consigo el corazón del Caribe y entrega todo de sí en maneras diferentes y dignas de exaltación.  Es por esta razón que decidí dedicar este Cuadro de Honor a todos mis profes, los héroes de Barranquilla que construyen con sus manos y espíritu un presente nutrido de posibilidades para nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes.

Con las pilas puestas el equipo de la Secretaría de Educación preparó la celebración del día del profesor para el sábado 4 de junio. El lugar, nada más y nada menos que nuestro emblemático estadio Romelio Martínez. Hacia las dos de la tarde empezaron a llegar los invitados, todos llenos de expectativa y con el carisma y la disposición que caracteriza al Caribe, y que marca la diferencia entre la labor de los profes barranquilleros y los docentes de otras latitudes. Nos contagiamos de ver la felicidad y la vida que brotaba de las sonrisas de cada maestro mientras nos tomábamos fotos, en el Hall de la fama.

A medida que avanzaba la tarde y el sol embellecía el panorama, los profes tomaron asiento, disfrutaron la comida y se prepararon para la fiesta.

Cuando Bazurto All Stars subió a la tarima, un aire de emoción se empezó a respirar en el Romelio. Los profes se levantaron de sus sillas y como buenos barranquilleros, empezamos la parranda.

Uno de los grupos más alegres fue el de los profes del grupo de cumbia del distrito, no se sentaron ni un minuto y dieron ejemplo de ritmo y sabor. Era inevitablemente contagiarse de su energía y de su lema: “Yo amo bailar y enseñar”.

Nuestro alcalde Alejandro Char llegó para homenajear a los docentes. Empezó por Fabián Padilla, ganador del premio Compartir al maestro. El Alcalde Char exaltó su labor y la de todo el cuerpo  de profesores de la ciudad. El profe Padilla es un representante de primera de los muchos ejemplos de excelencia barranquillera.

Ver la galería completa aquí

La tarde avanzó entre risas, premios y baile; La Nómina del Pin subió a escena para sacudir a la multitud de héroes, y al ritmo de las canciones de nuestro Joe Arroyo, cada profe sacó lo mejor de sí y se la gozó toda; parecía que el Joe estuviera presente. Esta es de las pocas veces en mi vida en que he sentido tanta energía positiva en un solo lugar. Allí estábamos todos: profesores y funcionarios felices con la música, reafirmándome que tenemos un equipo espectacular para la educación barranquillera, porque toda esa vida que brotaba del lugar, es la que sé que se transmite a los pelaos de la ciudad.

Cuando Peter Manjarrés se tomó el escenario, una ola de emoción encendió todavía más la energía del lugar y todo el amor por el vallenato se apoderó del Romelio. Ese cariño por lo nuestro, por cosas como los ritmos que le pertenecen al Caribe, o la juventud que brota de esta tierra y promete fortalecer nuestra identidad, es lo que construye, envuelve, educa y aporta.

Aunque no lo veamos fácilmente, el entusiasmo y espíritu caribe que tenemos los barranquilleros está relacionado con la forma en que aprendemos y enseñamos. Creo que esta fue una de las cosas que aprendí el sábado, mientras gozaba y recibía el cariño incondicional de los docentes. Todos y cada uno aportaron un rayito de luz a la celebración, moviéndose con el corazón y enalteciendo a sus colegas y amigos. Esa energía es la que transmitimos cuando algo nos apasiona; en este caso, es evidente que a los profes de nuestra Capital de Vida los caracteriza la excelencia porque enseñan con el corazón, porque el ritmo caribe que corre por sus venas, es el mismo con que cada día entran al aula de clase para enseñar.

No me queda más que dar las gracias a todos nuestros invitados. Con todo mi corazón escribo este homenaje que resalta, nuevamente, la importancia que tiene su labor en nuestra Ciudad y en nuestra sociedad. A todos y cada uno de ustedes, mi cariño y reconocimiento.

Más
articulos