Karen Abudinen
La vida de un solo Niño o Niña lo vale todo

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Llegar a las zonas más alejadas de La Guajira tiene un significado muy importante para mí y lo puedo resumir en tres palabras: atención, protección y amor. Significa llegar a cada niño, niña, adolescente y familia que nos necesita; significa garantizar los derechos y el bienestar de las nuevas generaciones. Y así lo estamos haciendo.

Llevar a cabo la Operación Guajira no es una tarea fácil, pero aún así estamos llegando a las zonas más alejadas del departamento con cada uno de los 64 equipos de trabajo, que desde el primer día tenían trazadas sus rutas de atención y trabajo en las comunidades. Me siento muy orgullosa de esta cruzada sin antecedentes en la historia del ICBF, porque lo estamos entregando todo por la niñez y la adolescencia.

En uno de mis primeros recorridos, llegué con un equipo de profesionales del ICBF a la comunidad de Jachuauipana, ubicada a hora y media del casco urbano de Manaure, donde se encontraban una niña de dos años y un niño de tres años de edad con signos de fiebre altísima, malestar, dolor y problemas respiratorios, lo cual es preocupante y doloroso. Ellos con sus sencillas sonrisas y tímidas respuestas me dijeron con sus ojazos que necesitaban que actuara en ese momento. Los niños lo dicen todos con sus ojos.

De inmediato, hablamos con la abuela y la tía de estos niños sobre la necesidad de que recibieran atención médica, pues su salud estaba comprometida. Con el acompañamiento de un representante de la Cruz Roja, nos desplazamos al Hospital de San José de Maicao. No puedo ocultar que esto resultó siendo una hazaña, debido a que algunos de los familiares se resistieron, en un principio, a un servicio especializado para los menores de edad, pero luego al recurrir a la autoridad de la comunidad, se permitió el traslado. Esto nos alivió porque sabíamos que era solo el primer paso para garantizar su vida y derechos.

Tras la valoración, recibimos el diágnostico inicial: disentería, neumonía y deshidratación de segundo grado, por lo cual tuvimos que hospitalizarlos en la Unidad Médica de Pediatría. Nosotros seguimos con ellos, apoyándolos de forma permanente; el Centro Zonal del ICBF, en el municipio de Maicao, realizará el seguimiento a su estado de salud  y llevará a cabo todas las acciones que se requiran para atenderlos.

Aunque estoy en este momento en otra zona de La Guajira, mis pensamientos, mi corazón y toda mi energía están con ellos para que se recuperen pronto. Me aseguraré también de que puedan acceder a nuestra oferta institucional con el fin de brindarles atención integral. Estoy segura de que todos nuestros esfuerzos valen la pena, ya que estamos transformando vidas.

No descansaremos hasta garantizar la salud y protección de nuestros niños y niñas en esta región, y lo haremos siempre con el mayor respeto por las tradiciones y la cultura de las comunidades étnicas. Amar de verdad es cuidar y proteger, por eso hemos redoblado nuestro trabajo por las familias de La Guajira, que está en el corazón del ICBF.

De hecho, las expresiones, palabras y algunas sonrisas espontáneas de los menores de edad que atendimos en la comunidad de Jachuauipana me ratificaron la importancia de la labor que estamos haciendo, pues la vida de un niño o niña lo vale todo.

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